El Guaire: Ecología de un río olvidado

Muchos de los habitantes de Caracas tenemos como símbolo de la ciudad a la cadena de montañas que la separa de la costa. Dentro de ellas, El Ávila es nuestra referencia más importante, tanto desde lo geográfico como desde lo afectivo.

Pero, a la vez, nos olvidamos del río que cruza el valle de Caracas. Como dijo el escritor y poeta Adriano González León: Esta es la única ciudad del mundo que ha perdido su río. 

Lo cierto es, que el territorio donde se localiza la ciudad es una consecuencia de la interacción entre diferentes fuerzas. Estas incluyen las tectónicas, los cambios climáticos que ocurrieron en el pasado, así como la acción modeladora de la erosión fluvial. Es decir, el Guaire y sus ríos afluentes fueron también constructores del espacio geográfico del valle de Caracas.

Este desencuentro entre los caraqueños y el Guaire es antiguo. El arquitecto y escritor Federico Vegas lo expresó de esta manera: El peor de los pecados es no comprender lo que te regala la naturaleza, la que forma tu cuerpo, las claves de tu nacimiento y de tu muerte. Caracas no ha entendido a su río, no tuvo empatía con él más allá de las postales que se enviaban los enamorados a Europa muy a principios del siglo XX. 

Por eso es cada vez más importante comprender a Caracas como una unidad donde se conectan y entrelazan la ciudad construida, la montaña, el río, su biodiversidad, la gente que la habitamos y su historia. En ese tejido queda claro que el destino de la ciudad está ligada a la salud de esa trama y por eso es cada vez más importante conocer y sanar ambiental y emocionalmente al Guaire.

Entender el río comienza por conocerlo y entenderlo

El Guaire es mucho más que el curso de agua que atraviesa Caracas. Él es el centro de una cuenca conformada por una cantidad de ríos y quebradas (arroyos o riachuelos) que conforman una red que entrecruza y conecta todo el valle de Caracas.

Esa cuenca incluye ecosistemas acuáticos (ríos, humedales, etc.), terrestres (bosques, matorrales, pastizales, entre otros), las aguas subterráneas y las interacciones entre ellos, así como los ecosistemas modificados por los humanos.

El propio río Guaire se inicia en la confluencia de los ríos San Pedro y Macarao en Las Adjuntas (parroquia Macarao, municipio Libertador) y recorre 72 kilómetros hasta su desembocadura en el río Tuy, en un punto cercano a la población de Santa Teresa del Tuy (estado Miranda). En gran parte de ese recorrido atraviesa el valle de Caracas en dirección sudeste. En este cauce central confluyen una cantidad importante de ríos y quebradas. 

Este río tiene su historia

La historia del río Guaire no puede separarse de la de la biodiversidad que habitaba y habita en su cuenca, así como de la acción humana que ha modificado las interacciones entre estos elementos.

El ecólogo Volkmar Vareschi encontró que hace 3.000 años el valle de Caracas estaba cubierto de un bosque dominado por árboles del género Podocarpus. Posteriormente, estos fueron sustituidos por gramíneas, esto posiblemente debido a la acción de los grupos humanos que se fueron asentando en este territorio.

Cuando llegaron los españoles, el valle estaba cubierto por vegetación baja y sabanas. Las mismas estaban cortadas por bosques que crecían a lo largo de las orillas de los ríos. Asimismo, existían bosques densos en las partes más altas. En estos hábitats vivían una gran cantidad de especies de plantas y animales, muchos de ellos ya hace tiempo desaparecidos de esta región o sólo presentes en algunas áreas protegidas.

En las crónicas españolas prácticamente no hay referencias a fauna acuática. Sólo se mencionan algunas especies que se usaban como alimento, como bagres, anguilas y cangrejos.

Gran parte de esa diversidad biológica fue rápidamente desplazada por la introducción de especies exóticas, o fueron afectadas por la deforestación, la cacería y los cambios en el uso de la tierra.

En muy poco tiempo todo el valle fue cubierto por plantaciones de caña, café y hortalizas provenientes del Viejo Mundo. 

Por otra parte, el agua del Guaire y sus ríos afluentes fue un recurso extremadamente importante para la vida de los habitantes del valle. En la Caracas colonial los habitantes preferían consumir agua de la quebrada Catuche y el río El Valle porque creían que las mismas tenían efectos medicinales. Por su parte, el Guaire era usado principalmente para lavar ropa y bañarse. 

A finales del siglo XIX la ciudad de Caracas tenía graves problemas de suministro de agua. Ella empeoró por las sequías recurrentes que disminuían fuertemente el caudal de los ríos que se usaban para abastecer la ciudad. 

A consecuencia de ello, durante el gobierno de Antonio Guzmán Blanco se realizaron obras para dotar a Caracas de un nuevo acueducto, así como de un sistema de cloacas y alcantarillado. Esta última acción tendría consecuencias muy graves para el río Guaire ya que se decidió que todas las aguas residuales de la ciudad se vertieran a ese río. 

Durante la primera mitad del siglo XX la ciudad se expandió de una manera acelerada, ocupando todo el valle de Caracas y las colinas al sur del mismo. Para ello, se realizaron modificaciones importantes en la topografía, se deforestaron los bosques y el territorio pasó a ser ocupado por edificaciones y vialidad. En este proceso, la mayoría de los ríos de la cuenca fueron embaulados y contaminados.

Al inicio del siglo XXI, la cuenca del Guaire se encuentra desde el punto de vista ambiental totalmente deteriorada debido a la modificación estructural de los afluentes y del propio Guaire, así como por la grave contaminación de sus aguas. Por ello, para muchas personas el río es simplemente una cloaca a cielo abierto y un desierto de vida. 

Biodiversidad del río. Fotografía de María Virignia Millán

Más especies de lo que creemos

A pesar de lo anterior, Caracas es una ciudad de paradojas. Aunque gran parte del Guaire en sí mismo ya no puede sustentar vida más allá de bacterias, en algunos segmentos de los ríos y en gran parte de la cuenca se mantiene una rica diversidad biológica. 

El zoólogo Antonio Machado-Allison realizó en el 2005 una recopilación de especies de la fauna de la cuenca del Guaire. En este trabajo se presentan listados de cerca de 30 especies de peces, incluyendo algunas endémicas de la cuenca del Tuy, como el bagre Trychomycterus mondolfi, conocido como bagre de Chacaíto, el bagre del Guaire (Rhamdia humilis), y corronchos, como el caso del Chaetostoma guarinesis. Todas estas especies se cree sobreviven en los tramos menos contaminados en algunos ríos de la cuenca del Guaire y el Tuy.

Otros estudios describen la presencia de cerca de 40 especies de moluscos, entre acuáticos y terrestres, incluyendo especies de interés médico y ornamental. Igualmente, se han reportado unas 10 especies de crustáceos, incluyendo camarones, cangrejos y cochinillas. 

A esa lista hay que agregarle 6 especies de anfibios, 63 de reptiles, más de 380 especies de aves y un número no determinado de especies de insectos y arácnidos, entre otros organismos. 

De toda esa biodiversidad, las aves de Caracas son enormemente importantes tanto desde el punto de vista ambiental, como paisajístico. Ellos incluyen desde las exóticas especies de guacamayas que se apropiaron de los cielos caraqueños desde los años 80 del siglo pasado, hasta muy pequeños tucusitos habitantes de jardines y pequeños bosques remanentes. Hay que hacer mención de las bandadas de garcitas rezneras (Bubulcus ibis) que se pueden observar a lo largo del cauce del río y en las lagunas artificiales existentes en los parques caraqueños.

Agregar las especies de plantas es muy difícil, porque en todo el valle se mezclan las especies nativas con cientos de especies introducidas a lo largo de toda su historia.

Un río con pasiones desbordadas

El poeta Willian Osuna dijo que El río Guaire tiene malos modales…. Eso sólo es cierto en términos poéticos. Pero, por otra parte, también es innegable que no hemos querido entender sus alteraciones producto de la variabilidad ambiental y el mal manejo del ordenamiento urbano.

Por ello, la ciudad ha sufrido de fuertes inundaciones en las cuales el Guaire ha salido de su cauce como consecuencia de precipitaciones intensas que ocurren en ciclos largos. Pero también son causadas por ignorar la necesidad de respetar sus márgenes, sus bosques y sus dinámicas.

La historia de la ciudad recuerda una larga lista de inundaciones que produjeron pérdidas humanas y materiales importantes. Algunas, como la de 1892, fue particularmente severa, cuando las aguas desbordadas llegaron hasta donde actualmente se localiza la iglesia de Santa Teresa. A pesar de ello, luego de las tragedias, el tema rápidamente se olvida, junto con las falsas promesas realizadas por los gobiernos.

Reconciliándonos con nuestro río

Michael Rosenzweig, profesor de Ecología de la Universidad de Arizona, definió a la “ecología de la reconciliación” como la ciencia de inventar, establecer y mantener nuevos hábitats para conservar una diversidad de especies en los sitios en donde la gente vive, trabaja o se divierte. 

Esta no es sólo un enfoque científico, sino una postura ética. Tenemos que aprender a convivir con otras especies para lograr vivir en ambientes sanos que promuevan nuestra propia salud y bienestar.

Como lo dijo el arquitecto William Niño Araque, para lograr una ciudad sana y sostenible debemos tomar en cuenta la red biológica, topográfica, ancestral, indígena, y no solo la trama urbana superpuesta. Y eso implica trabajar para sanar y cuidar nuestro río.


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