El Guaire de Los Niños

Suciedad, abandono, putrefacción, desidia, cloaca, enfermedad, olores, contaminación, caos y promesas. Estas son algunas de las palabras que se asocian cuando se menciona -Río Guaire-. ¿Es realmente todo lo mencionado anteriormente? ¿Es una de las causas de los problemas que aborda la ciudad? Si el establecimiento de la ciudad fue producto de la geografía de un río, ¿Por qué ahora se considera un estorbo? ¿No le debemos al Guaire un poco de todo lo que nos brindó? 

De pequeña me extrañaba el calificativo de "río" para el Guaire. Dentro mi pequeña e inocente imaginación deducía que un río estaba constituido por agua cristalina, vegetación, bordes habitables y peces. Pero el Guaire representaba todo lo contrario a mi definición de río y, si a eso le sumamos el mal olor, la imagen que me llegaba a la mente es la de "acueducto". Y con toda certeza puedo afirmar que, de la misma forma, las nuevas generaciones que van creciendo tendrán pensamientos similares. Con el tiempo, distintas generaciones van avanzando, pero con ellas las ideas sobre el río Guaire son siempre las mismas. Pero él sigue ahí, recordándonos con su fetidez y sus desbordes al río que abandonamos y echamos al olvido. 

Crecemos apreciando la imponente montaña que se alza ante nosotros, la vemos en todo momento, viajamos con ella por toda la ciudad, subimos por sus senderos, la fotografiamos siempre que sus verdes se mezclan con el azul cálido del cielo y con ello, buscamos capturar cualquier momento para admirar tan grandiosa obra natural. Y, ¿qué pasaría si ese mismo sentimiento lo irradiáramos ante un río que tanto nos sirvió?. Qué distinto sería detenernos en algún punto de la ciudad para fotografiar a nuestro Guaire, ubicar nuestro hogar cerca para poder apreciar la vista al río, bañarse en él o simplemente sentarnos en sus orillas a observar una solemne montaña que se refleja en sus aguas. ¿Es acaso una idea muy utópica?

Los ríos como sujetos, brindan la posibilidad de modificar la vida contemporánea a través de diversas maneras. Se trata entonces de generar esa relación entre humanos y corrientes de agua para entenderlos como un todo en busca de crear el equilibrio del ecosistema. Tal equilibrio debe ser entendido como un sistema compuesto por diversos elementos que se conforman entre sí para auto regular y generar una mejora en el medio ambiente. En el fondo, cada habitante de esta ciudad lo necesita, quiere ver una ciudad más verde, más pura, limpia, natural, pero pareciera que todas estas necesidades se vislumbran dentro del margen del Ávila y lo construido, sin capacidad de poder ver más allá. Se desconoce otro tipo de relación, otra forma de vincular nuestra sociedad. ¿Y cómo podría ser de otra manera si desde la infancia nos acostumbramos a apreciar a Caracas desde la majestuosidad del Ávila? Como si Caracas fuera solo aquella montaña que se impone ante nosotros. 

Es realmente preocupante la percepción que tienen los niños hoy en día con respecto al Guaire. Me tomé la libertad de consultar con algunos niños, de edades comprendidas de entre 8 y 14 años, para saber qué opinión tenían sobre el río Guaire y las respuestas fueron muy vagas. Algunos no tenían idea de que fuese un río, otros respondían asqueados sobre el tema y algunos ni lo conocían. Entonces, ¿Cómo podremos hablar de un futuro en donde nuestra ciudad tenga un río limpio, si nuestra generación de relevo no tienen noción alguna sobre el Guaire? Es importante comprender que la apreciación que los niños tengan acerca de su entorno forma parte de las estrategias de recuperación. 

La educación en los más pequeños es una de las piezas claves para las acciones que se tomen a futuro y así, poder formar personas preparadas para cuidar y mantener el medioambiente. De lo contrario podremos caer en la desdicha de ser pocos los que aún conservemos la esperanza de recuperar algún día el río. 

El Guaire sigue perdiendo con los años el valor y respeto que le quedaba cuando en algún momento, un grandioso pintor venezolano llamado Manuel Cabré, puso su mirada ante un río con una montaña enfrente para transmitir la belleza que su composición formaba, decidiendo plasmarlo en un cuadro. Hoy en día me pregunto, ¿existirá algún pintor que se detenga un momento en El Llanito, en la Avenida Río de Janeiro o en San Agustín del Norte para capturar a través de pinceladas la belleza oculta de nuestro río?.

 Simplemente hemos decidido darle la espalda, no lo queremos ver, no pretendemos pasar por él, mucho menos vivir cerca de él. Se ha convertido para los habitantes de Caracas en una molestia más, una cloaca enorme que no debería existir, se considera un causante de problemas. Cuando se desborda se le adjudica la culpa a las torrenciales lluvias que provocan tales desastres, pero no pensamos que los culpables hemos sido nosotros, que somos los responsables de tener un parque natural menos, simplemente no reflexionamos al respecto. Lo utilizamos y exprimimos su uso hasta lo más mínimo y después que dañamos su esencia, simplemente apartamos la vista y nos desentendimos, lo decidimos desterrar como parte de nuestro paisaje natural. Y sin embargo, él sigue ahí, perseverante ante la idea de ser rescatado algún día. 

A raíz de esta pandemia, ha quedado en evidencia como los espacios públicos y, sobre todo parques naturales, han sido el medio de escape y distracción para las personas. Es decir, no es la infraestructura lo único que el ser humano necesita para estar en confort, sino espacios donde pueda conectarse con la naturaleza, respirar aire puro y aislarse de la rutina, es precisamente esto lo que esta crisis mundial nos ha hecho comprender. Aunque actualmente no se valore, hay que recuperar el río Guaire, integrarlo a la ciudad, aprovecharlo y salvar el caudal de esa contaminación inminente que sufre, sentarnos a definir acciones que puedan favorecerlo y favorecernos. La solución no es sobrecargarlo de lucecitas o pintar sus paredes para "embellecerlo". Debe ser un proyecto en conjunto de forma multidisciplinaria, donde participen urbanistas e ingenieros, pero también biólogos, ecologistas estudiosos de la geografía y la tierra, la prospección de aguas y manantiales. Es una ciencia en sí misma en donde su mejora generará proyectos que redunden en empleo para la ciudad. Nuestro objetivo debe ser devolverle el brillo y el color original que a través de los años le hemos robado. 

Las ciudades demandan recursos y, por lo tanto, inevitablemente generan desperdicios. Consecuentemente, es importante comprender la necesidad de transformarse y tener un metabolismo cíclico para generar la menor cantidad de desperdicios posible, en donde algunos de esos residuos de salida regresen y cumplan otras funciones dentro del ecosistema. Al mismo tiempo, entendiendo que sin medioambientes naturales no se puede tener un equilibrio en el ecosistema ni mucho menos una calidad de vida apropiada. Cuando aprendamos a entender nuestra biodiversidad, su historia, función y su importancia dentro del sistema, entonces empezaremos a valorar y respetar cada uno de sus elementos. Una vez que suceda esto dentro de nuestra sociedad, no sería una opción utilizar un río como medio para transportar nuestros desechos. 

La educación ambiental en los niños es una herramienta primordial para que las próximas generaciones adquieran la conciencia de preservar su entorno y sean capaces de realizar cambios en sus valores, conductas y estilos de vida, así como ampliar sus conocimientos para impulsarlos a la acción mediante la prevención y mitigación de los problemas existentes y futuros. En diversos países, la educación ambiental temprana de los niños es un proyecto que se ha llevado a cabo como mecanismo para ayudar a resolver y crear estrategias sobre los problemas medioambientales. En nuestro caso, se deben crear diversos programas (escuelas, comunidades, centros, cursos) que eduquen a los niños sobre qué es realmente el río Guaire, cómo llegó a su estado actual y las ventajas que tendría para la ciudad su recuperación. Y, por el otro lado, se deben crear planes prácticos y dinámicos de mejora que involucren a los más pequeños y así, forjar un vínculo más directo con este fenómeno que todos consideran "el gigante acueducto de la ciudad". 

Se necesita en la ciudad enfoques educativos tanto prácticos y teóricos en los niños para que, de esta manera, vayan adquiriendo el conocimiento necesario para en un futuro tomar las acciones adecuadas y puedan liderar planes que sitúen a nuestro río en un mejor panorama con relación directa a nuestra ciudad. Se trata de generar una sumatoria de pequeñas acciones pensadas en un futuro cercano en donde tal resultado se vea reflejado en una mayor cantidad de ciudadanos decididos a contribuir y crear propuestas que ayuden a recuperar y preservar el río Guaire. Al educar a los niños desde pequeña edad y enseñarles la importancia de reciclar, reutilizar y reducir la cantidad de desechos, tendremos para un futuro cercano una comunidad más preparada para atender los problemas ambientales que se nos presenten. Y, en nuestro caso más puntual, tendremos personas capaces y urgidas de generar propuestas que busquen rescatar de una manera u otra a nuestro río Guaire. Asimismo, con un objetivo más claro y unísono, serán más las voces que se alcen para aclamar una ciudad con un río limpio y azul.

¿Por qué sentimos aprecio por un local o la calle donde jugábamos de pequeños? Porque tuvimos experiencias, recuerdos, vivencias en tales sitios, hubo un vínculo. Vivimos el espacio. ¿Qué sucederá con las nuevas generaciones, dentro de los próximos 30 años,  si su mayor cercanía con el Guaire fue solo percibirlo al viajar a su lado rápidamente en un vehículo?  No han tenido conexión alguna con el río. Lamentablemente las únicas personas que han tenido conexión directa son los que entre sus aguas buscan precariamente objetos de valor, corriendo el riesgo de contraer enfermedades graves. Las percepciones que los niños puedan tener ante nuestro hábitat son fundamentales para determinar la esperanza de la calidad de vida en años próximos. Nuestro paso por la tierra debe tener un propósito que se base en crear una calidad de vida adecuada para las futuras generaciones. Cada acción que tomemos en nuestro presente será determinante para nuestro futuro.

(Foto: EFE)

No somos los primeros en aspirar recuperar un río, ha sucedido ya en distintos países y en otros tiempos. Ellos han entendido la importancia que eso demanda. Además de la Torre Eiffel, ¿Qué imagen nos viene a la mente cuando se menciona a Paris? Por supuesto que el río Sena y a los barcos navegando por sus aguas. Lo mismo sucede en Londres con el Támesis, Lisboa con el río Tajo, en Seúl con el río Cheonggyecheon o en Dinamarca con Canales de Copenhague. Nuestra percepción de esos entornos son ciudades con un centro neurálgico que lo constituye el río y en ellas podemos ver como la recuperación de sus ríos representó un papel fundamental para su desarrollo y embellecimiento. La recuperación de los ríos constituye, sin duda alguna, una mejora en la calidad de vida, menos contaminación, más espacio público, mayor inversión inmobiliaria en sus adyacencias, crecimiento económico de la ciudad, entre otras cosas. Es un conjunto de beneficios los que lleva consigo el recuperar los ríos de una ciudad. ¿Podrían estas ciudades ser un ejemplo a seguir para nosotros? ¿Podríamos un día unirnos como sociedad, voltear nuestra mirada hacia el río Guaire y aspirar a más? ¿Podríamos entender que la recuperación del Guaire forma parte también de los asuntos inmediatos para atender y que no podemos hablar del futuro de Caracas sin la recuperación del Guaire? ¿Realmente se entienden los enormes beneficios que eso aportaría para nuestra ciudad?

Recuperar el Río Guaire tomará tiempo, no será fácil y mucho menos para una sociedad acostumbrada a su olvido y abandono, pero podemos empezar enseñándoles a los más pequeños su importancia, su valor y dándoles esperanzas de un futuro en el que puedan ser protagonistas de una Caracas más verde, más pura, más amigable al entorno y, sobre todo, mas sustentable. Ellos pueden ser los líderes que le den un vuelco a la forma de pensar que se lleva hasta los momentos. No pierdo la esperanza de que algún día podremos disfrutar sentados a la orilla del río Guaire y que cuando hablemos de Caracas se nos venga automáticamente a la mente una imagen del Ávila y el río Guaire como principales representantes.

Mientras tanto, empecemos por sacar al Río Guaire del olvido en donde habita, esperando que así, los músicos consigan en él tal inspiración que nos permita bailar juntos algún día el vals del Guaire Azul. 

Laura Angarita.

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